miércoles, 16 de mayo de 2012

Contextualización literaria


 A principios del S. XX el teatro se rige por los gustos del público burgués y surgen dos tendencias: el teatro de éxito comercial y el teatro renovador.

El teatro comercial esta destinado a satisfacer las exigencias del público.
 Es un teatro cómico o melodramático, huye de los planteamientos ideológicos pero conserva las formas dramáticas tradicionales. El autor más conocido es Jacinto Benavente.
 El renovador, cambia totalmente de formas y de temas y no se supo valorar hasta pasados unos años. Los autores más destacados son Valle-Inclán y García Lorca.

El teatro renovador fracasó al intentar atraer al público. Ahora, es el más apreciado. Sus autores más importantes fueron Valle-Inclán, García Lorca, Unamuno y Jacinto Grau.
El tema principal de Miguel de Unamuno son sus inquietudes espirituales y filosóficas.
Jacinto Grau, escribe obras de tema histórico y literario como El señor de Pigmalión, en la que un artista, Pigmalión, crea unos muñecos que se acaban revelando contra su creador.

Escrita con plena libertad creadora, aunando una querencia medieval con las corrientes vanguardistas de la época,  Divinas Palabras sobrepasa los límites del drama para ofrecer un texto de lectura imaginativa, sensorial y profunda

Valle Inclán con el nombre del esperpento designa una nueva forma de ver el mundo, ya que deforma sistemáticamente y distorsiona la realidad para presentarnos la imagen real que se oculta tras ella. Para ello utiliza metáforas, humanizando objetos y animales y animaliza o cosifica los humanos. La deformación alcanza a los personajes, convirtiéndolos en seres grotescos y tratados como fantoches y marionetas, al lenguaje y a los escenarios. Con la intención de reflejar lo absurdo de la realidad y la vida española de la época.

Por otra parte, la figura de Séptimo tiene muchos rasgos satánicos lascivia, presunción, soberbia, envidia, avaricia, etc. Es asesino, mentiroso. Sobre todo la relación se establece claramente en las conversaciones con el sacristán, entre burlas y veras, y en concreto en el tema del "querer saber" —conocimiento del presente, del pasado y del futuro—, que el demonio no pudo lograr, simbolizado en el ojo tapado de Séptimo y en los animales que le acompañan, amaestrados para adivinar el porvenir.

En España parece no estar muy bien valorada la literatura de género, los libros que sólo buscan el noble arte del esparcimiento, de divertir al lector sin más pretensiones. En los últimos años están surgiendo, sin embargo, una serie de autores que han echado el ojo sobre la literatura popular, que no se avergüenzan de tratar historias de terror, de ciencia ficción, aventuras o policíacas sin lecturas socio-políticas o cualquier otra exigencia culterana de por medio.

Javier Márquez Sánchez es una nueva voz aparecida en este ámbito, que se espera que prosiga por esta vereda y no se pierda, como otros con anterioridad, en objetivos más elevados pero menos entusiastas para el lector. En esta su primera novela de ficción, La fiesta de Orfeo, Márquez realiza un extremadamente divertido pastiche temático,aunando satanismo, la novela detectivesca y la recreación cinéfila, en un ejercicio no tan fácil como pudiera parecer en un inicio.




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