El teatro comercial esta destinado a satisfacer las exigencias del público.
Es un teatro cómico o melodramático, huye de los planteamientos ideológicos
pero conserva las formas dramáticas tradicionales. El autor más conocido es
Jacinto Benavente.
El renovador, cambia totalmente de formas y de temas y no se supo
valorar hasta pasados unos años. Los autores más destacados son Valle-Inclán y
García Lorca.
El teatro renovador fracasó al intentar atraer al público. Ahora, es el más
apreciado. Sus autores más importantes fueron Valle-Inclán, García Lorca,
Unamuno y Jacinto Grau.
El tema principal de Miguel de Unamuno son sus inquietudes espirituales y
filosóficas.
Jacinto Grau, escribe obras de tema histórico y literario como El señor de
Pigmalión, en la que un artista, Pigmalión, crea unos muñecos que se acaban
revelando contra su creador.
Escrita con plena libertad creadora, aunando una
querencia medieval con las corrientes vanguardistas de la época, Divinas
Palabras sobrepasa los límites del drama para ofrecer un texto de lectura
imaginativa, sensorial y profunda
Valle Inclán con el nombre del esperpento designa
una nueva forma de ver el mundo, ya que deforma sistemáticamente y distorsiona
la realidad para presentarnos la imagen real que se oculta tras ella. Para ello
utiliza metáforas, humanizando objetos y animales y animaliza o cosifica los
humanos. La deformación alcanza a los personajes, convirtiéndolos en seres
grotescos y tratados como fantoches y marionetas, al lenguaje y a los
escenarios. Con la intención de reflejar lo absurdo de la realidad y la vida
española de la época.
Por otra parte, la figura de Séptimo tiene muchos rasgos satánicos
lascivia, presunción, soberbia, envidia, avaricia, etc. Es asesino, mentiroso.
Sobre todo la relación se establece claramente en las conversaciones con el
sacristán, entre burlas y veras, y en concreto en el tema del "querer
saber" —conocimiento del presente, del pasado y del futuro—, que el demonio
no pudo lograr, simbolizado en el ojo tapado de Séptimo y en los animales que
le acompañan, amaestrados para adivinar el porvenir.
En España parece no estar muy bien valorada la
literatura de género, los libros que sólo buscan el noble arte del
esparcimiento, de divertir al lector sin más pretensiones. En los últimos años
están surgiendo, sin embargo, una serie de autores que han echado el ojo sobre
la literatura popular, que no se avergüenzan de tratar historias de terror, de
ciencia ficción, aventuras o policíacas sin lecturas socio-políticas o
cualquier otra exigencia culterana de por medio.
Javier Márquez Sánchez es una nueva voz aparecida en
este ámbito, que se espera que prosiga por esta vereda y no se pierda, como otros
con anterioridad, en objetivos más elevados pero menos entusiastas para el
lector. En esta su primera novela de ficción, La
fiesta de Orfeo, Márquez realiza un extremadamente divertido
pastiche temático,aunando satanismo, la novela detectivesca y la recreación
cinéfila, en un ejercicio no tan fácil como pudiera parecer en un inicio.
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