Desde 1875, la
vida política en España se regía por la alternancia pacífica en el poder de los
dos grandes partidos, el liberal y el conservador, oligarquía, fraude electoral
y caciquismo es la tónica del sistema conocido
como restauración borbónica.
Nunca llegó a
ser un sistema plenamente democrático.
Durante el
reinado de Alfonso XXIII y la regencia de María Cristina el sistema alcanzó su
consolidación.
En 1898 con la pérdida de las últimas colonias españolas, estalla una única crisis con la que comienza el declive del sistema.
En 1898 con la pérdida de las últimas colonias españolas, estalla una única crisis con la que comienza el declive del sistema.
Una de las
repercusiones de la crisis fue la aparición del regeneracionismo, movimiento
intelectual y critico que rechazaba el sistema de la restauración al
considerarlo un lacra para el pueblo de España. Pero no consiguió llevar a cabo
las reformas anunciadas.
Durante el reinado de Alfonso XXIII, se manifestarán
una serie de problemas en diferentes aspectos de la vida española que van
mermando un régimen que acaba desembocando en la dictadura de Primo de Rivera.
El gran desarrollo económico de las regiones periféricas contribuyó al desarrollo del nacionalismo periférico y al aumento de las luchas sociales: mayor conciencia de la clase obrera y aumento de su capacidad de movilización.
También reaparece el conflicto religioso, el anticlericalismo se fue extiendo a parte de la opinión pública urbana.
Por último cabe mencionar el problema colonial.
Desde finales del S.XIX el interés por el Reino de Marruecos había ido
aumentando. España se embarcó en una aventura, la guerra del Rif, que le
consumiría ingentes cantidades de tropas y recursos.
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